CONCEPTO DE ORIENTACIÓN EDUCATIVA: DIVERSIDAD Y APROXIMACIÓN
Desde
el surgimiento de la orientación, diversos autores se han encontrado con la
dificultad para definirla en función de sus objetivos y campos de acción. Son
muchas las definiciones surgidas, a lo largo del siglo XX que abarcan una
amplia gama de perspectivas a las cuales no ha estado ligada siempre la educación
y, por ende la función docente.
De
acuerdo con Martínez de Codès (1998:3), el concepto de orientación, sus
funciones y el modo de planificarla fueron, desde el comienzo, imprecisos,
problemáticos y, con frecuencia, contradictorios.
Según
este, autor, la orientación ha sido tratada desde diversos enfoques: como
proceso que ayuda a la persona a tomar decisiones vocacionales, como forma de
asesorar al individuo para la resolución de problemas personales y/o sociales,
como sistema o modelo de intervención que brinda asistencia al sujeto, y, más
recientemente, como eje transversal del currículo, presente en los actos que
emprende el docente en el contexto escolar y extraescolar.
Dada
la complejidad de este término, la comprensión del mismo exige recurrir a una
diversidad de fuentes y perspectivas que nos ayuden a aproximarnos a su
definición. Por ello, realizamos una exhaustiva revisión y análisis del
significado, funciones, principios, áreas o dimensiones de la orientación.
Con el
fin de comprender la conceptualización de la orientación educativa, Bisquerra
& Álvarez
(1998:20)
sugieren que el discurso sea analizado desde los siguientes niveles: histórico,
teórico, conceptual, prescriptivo, descriptivo, normativo y crítico.
El
análisis, desde el punto de vista histórico, nos permite asumir su
evolución, comprender el presente y entender el futuro desde una perspectiva
más amplia, retomando las fortalezas y disminuyendo las debilidades en relación
con los nuevos enfoques y posturas acerca de la orientación.
Lo conceptual
plantea la necesidad de establecer acuerdos acerca del uso del lenguaje. En
el campo de la orientación existen diversos enfoques, teorías, modelos y
tendencias, de las cuales se han derivado conceptos y términos que no siempre
son utilizados con el mismo sentido. Esto nos obliga a definir con precisión
los términos utilizados.
El nivel
prescriptivo implica formular propuestas y recomendaciones para el diseño
de programas, basados en resultados de investigaciones psicopedagógicas, en
teorías y modelos de intervención de probada eficacia, y la opinión de los
expertos.
El nivel
descriptivo tiene como objetivo describir lo que se está haciendo.
Contempla las experiencias de orientación en los centros educativos o en una
comunidad, estudios de casos, entre otros, es decir los hechos y fenómenos, tal
como suceden.
El análisis
normativo se fundamenta en instrumentos legales y en elementos que
prescriben los especialistas, que sirven de patrón y/o referencia para el
proceso orientador.
Por
último, la reflexión crítica, de la práctica de la orientación en este
caso, es un factor decisivo para la mejora de la propia praxis. Las
discrepancias entre lo normativo (deber ser) y la práctica (ser) puede llevarnos
a un discurso crítico, orientado a una postura constructiva que, en última
instancia, contribuya a la mejora de la orientación.
Sobre
el postulado de que no existe una definición única acerca de la orientación
educativa, tomando como premisa estos niveles, hemos procedido a realizar la
organización de los conceptos de acuerdo a su ubicación histórica, los
objetivos que se persiguen, las áreas que se indagan y las funciones que se
comparten.
Los
antecedentes históricos sobre la orientación constituyen una de las principales
razones para quienes se interesaban por ella y ponen de manifiesto la
significación parcializada, sesgada y limitada a una área de atención del
sujeto que le atribuyeron al principio. De hecho, los primeros enfoques
consideraban a la orientación como un hecho puntual enfocado a la
orientación profesional.
Jones
(1964: 50-57) fue uno de los primeros en centrar la orientación como una ayuda
y asesoría para la toma de decisiones. En su obra afirma que en la vida se dan
muchas situaciones críticas en las cuales deben adoptarse decisiones
importantes y de largo alcance. En tales circunstancias, es verdaderamente
necesario que se nos proporcione, en cierta medida, ayuda adecuada para decidir
atinadamente.
En
este orden de ideas, Jacobson & Reavis, citado por Vital (1976) considera a
la orientación como un servicio dirigido a ayudar a los alumnos para que
seleccionen inteligentemente, entre varias alternativas, la que se corresponda
con sus habilidades, potencialidades y limitaciones.
En la
misma línea de quiénes sostienen la toma de decisiones como el centro y objeto
de orientación, Johnston (1977:18) expresa: “la orientación es la ayuda que
se presta a las personas para que resuelvan sus problemas y tomen decisiones
prudentes”.
Desde
similar perspectiva, Martínez Beltrán (1980:43) concibe la orientación como un
proceso de asistencia al individuo para que se oriente en sus estudios y
progrese en la elección de los mismos.
Así
mismo, Álvarez (1995:36) señala que:
La orientación profesional es un
proceso sistemático de ayuda, dirigida a todas las personas en período
formativo, de desempeño profesional y de tiempo libre, con la finalidad de
desarrollar en ellas aquellas conductas vocacionales que les preparen para la
vida adulta, mediante una intervención continuada y técnica, basada en los
principios de prevención, desarrollo e intervención social, con la implicación
de los agentes educativos y socioprofesionales.
Para
Ayala (1998), la orientación es un proceso de relación con el alumno, siendo la
meta el esclarecimiento de la identidad vocacional, estimulando la capacidad
de decisión y buscando la satisfacción de sus necesidades internas de
orientación, al igual que las demandas que la realidad exterior le presenta.
De
acuerdo con Molina (2001), la orientación vocacional en la Educación Básica es
un proceso dirigido al conocimiento de diversos aspectos personales:
capacidades, gustos, intereses, motivaciones personales, en función del
contexto familiar y la situación general del medio donde se está inserto para poder
decidir acerca del propio futuro.
En las
definiciones anteriores, se recrea la práctica de la orientación, en lo
vocacional, donde el orientador, que bien puede ser el docente, ha recibido
un entrenamiento y preparación que le permite ofrecer asesoría y asistencia a
los alumnos y les ayuda a tomar decisiones para progresar con éxito en su vida
estudiantil y profesional.
Así
como los autores anteriores se refieren a la orientación como un proceso de
ayuda para la toma de decisiones vocacionales, encontramos otros
expertos que la definen como el proceso de asesoría y guía al sujeto
para su desarrollo personal, a fin de favorecer la adaptación y
conocimiento de sí mismo, la socialización y comunicación en el ámbito de las
buenas relaciones humanas.
En
este sentido se manifiestan Authiery et al. (1977:227), para quienes la
orientación pretende la enseñanza de las técnicas y las aptitudes interpersonales
con las que el individuo puede resolver sus problemas psicológicos
presentes y futuros...”
Según
Tyler (1978:87), la orientación intenta “descubrir el potencial de cada
sujeto y ver que cada uno tenga su oportunidad para desarrollar ese potencial
al máximo en lo que mejor pueda ofrecer a sí mismo y al mundo”
Senta
(1979:169), plantea la orientación como “un proceso o conjunto de acciones
para ayudar a otros en la solución de situaciones críticas y conflictivas o en
la satisfacción de necesidades para el logro de un estado de bienestar”
Con
una visión de la orientación dirigida al ámbito educativo, Curcho (1984:26)
define la orientación como “un proceso destinado a atender a todos los
alumnos en los aspectos de su personalidad, a lo largo de todos los
niveles educativos”
En el
contexto de la relación para el autodescubrimiento, Maher & Forman (1987:
8) expresan que la orientación “es una aportación directa de información
cara a cara, de asesoramiento o guía por parte del orientador a un grupo
estudiantil o a un alumno individual”.
El
conocimiento de sí mismo y del mundo que rodea al individuo constituye
elementos esenciales en la conceptualización de Rodríguez (1991:11), quien
señala: orientar es, fundamentalmente, guiar, conducir, indicar de manera
procesual para ayudar a las personas a conocerse a sí mismo y al mundo que los
rodea; es auxiliar a un individuo a clarificar la esencia de su vida, a
comprender que él es una unidad con significado capaz de y con derecho a usar
de su libertad, de su dignidad personal dentro de un clima de igualdad de oportunidades
y actuando en calidad de ciudadano responsable tanto en su actividad laboral como
en su tiempo libre.
Para
Bisquerra (1998:9), la orientación es “un proceso de ayuda continua a todas
las personas, en todos sus aspectos, con el objeto de potenciar el desarrollo
humano a lo largo de toda la vida”.
El
concepto de orientación de los autores reseñados se enmarca en el desarrollo
personal-social, dirigida a promover la autoestima, relaciones humanas,
socialización y atención a las necesidades e intereses del individuo, de
acuerdo a sus potencialidades, habilidades y destrezas.
Para
estos autores el estudio de su dimensión individual tiene como objetivo
facilitar al sujeto el conocimiento de si mismo para que pueda establecer una
línea de actuación personal que procure la felicidad interna y el equilibrio
personal. En cambio en su dimensión social, está enmarcada en una serie de circunstancias
espacio-temporales, humanas, sociológicas y antropológicas. Es significativo
que el sujeto conozca la sociedad en lo que va actuar, pues de su integración,
socialización e interrelación va a depender su autorrealización.
Denyz
Luz Molina Contreras
Universidad
Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Venezuela
Revista
Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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